Saludos cordiales a los aficionados taurinos

En este blog, comenzaré a insertar, anécdotas, curiosidades, datos,... sobre la Fiesta Nacional. Mi intención no es tratar sobre crónicas, noticias, etc, ya que de estos temas, entiendo, ya existen bastantes. Gracias a todos por leerme, proponer sugerencias o aportar datos. También, aquellos artículos que se presten a ello los iré actualizando o aportando nuevos datos. Si alguna imagen no debe estar en este blog, les ruego me lo comuniquen y la retiraré de inmediato. (EL AUTOR DE ESTA PÁGINA NO PUBLICARÁ LOS COMENTARIOS CON INSULTOS).

lunes, 30 de mayo de 2011

* Los rabos en Las Ventas (Cap-III).

7º.- LORENZO GARZA:

El mexicano cortó el 29-9-1935 al toro "Guitarrero" de Fermín Martín Alonso (octavo y último de la tarde), en la misma corrida anterior.

El mismo cronista anterior nos describe así lo sucedido: “Como yo, pensaban de Lorenzo Garza muchos aficionados. Un torero capaz de producir hondísima emoción en un momento dado; nunca un torero de finas calidades... En tono, contrito, el «mea culpa». Acompáñenme sin vacilar quienes pensaban como yo, y proclamemos juntos, «urbi et orbe», que Lorenzo Garza es algo excepcional, algo sublime cuando, como ayer, torea... Sí, ayer toreó, y toreó prodigiosamente, como se ve torear muy pocas veces, como torean los artistas tocados de la divina gracia... ¡Cómo toreó a la verónica a ese octavo toro, «Guitarrero» de nombre, que pasará a la historia como el toro de la revelación de un gran torero! Un poco despatarrado, los pies hundidos firmemente en la arena, caídos naturalmente los brazos, perfectamente ajustada la velocidad del engaño al temple del toro... Pocas veces se ha producido en la plaza un entusiasmo semejante. No era, ciertamente, para menos. La verónica, finísima, impecable: la media verónica, cosa de ensueño... Por eso al terminar el tercio de quites el público, en pie, hizo al torero azteca una de las ovaciones más grandes que han sonado en la plaza monumental... ¡Y luego con la muleta!... La iniciación de la faena fué algo maravilloso: tres pases en redondo templadísimos, parsimoniosos, de una duración inconcebible, girando airosamente el torero sobre los talones, como contera, como bellísimo remate, un pase de pecho enorme imponderable, pasándose todo el toro por la cintura y sacando la muleta limpiamente por la penca del rabo. La plaza crujió en un alarido de asombro. ¿Qué índole de torero había encarnado, por arte de magia, de encantamiento, en Lorenzo Garza?... El toro, como asustado, se quedó un momento. Y entonces Garza, adelantó solemnemente la muleta, hasta dar con las bambas en el hocico de la res, y tiró de ella despaciosamente, suavemente, y dobló la cintura gallardamente sobre el pitón... Y a este pase siguió otro tan bello, tan magnífico, y otro a éste, y otro más... La plaza era ya el patio de San Baudilio, en el manicomio de Ciempozuelos... Un pase natural. El toro se llevó la muleta y el espada siguió toreando por redondos y de pecho. y se adornó después... Otra vez la muleta a la zurda. y en medio del estupor general bordó tres naturales soberbios, en los que corrió la mano como un maestro consumado. El segundo natural fue algo sin precedente. El toro se mostraba reacio en la embestida y el torero adelantó bravamente la muleta, le prendió en el engaño y se lo llevó como quiso, a la velocidad que quiso, y lo dejó donde más pudo convenirle para dar el tercero y ligar éste con el de pecho, maravilloso... Cada pase un clamor. Las ovaciones se engarzaban interminables. Cuadró el toro, se perfiló el espada sobre corto y dejó una estocada corta en todo lo alto. . . El noble bruto se derrumbó... Había terminado la corrida y nadie abandonaba su localidad. Los blancos pañuelos revoloteaban sobre las cabe­zas... y el presidente, ajustándose al ritmo que le señalaba el pueblo soberano, concedió al torero, consagrado figura, una oreja, y la otra oreja, y el rabo... Luego los espectadores más fogosos irrumpieron en la plaza y se lo llevaron en hombros al TORERO. Así ha triunfado Lorenzo Garza, que ya en la lidia y muerte de su primer toro se hizo aplaudir muy justamente. ¡Paso a un torero que quiere ser figura!” (El Heraldo de Madrid, 30 de septiembre de 1935).

8º.- MANOLO BIENVENIDA: el sevillano cortó el 4-6-1936 a un toro de Sánchez Fabrés(cuarto de la corrida). Alternó con Domingo Ortega y Rafaelillo, en la corrida del Montepío de Toreros.
Manolo Bienvenida veroniqueó con arte su primer enemigo, al que hizo una faena valiente, inaugurada con dos pases sentado en el estribo y seguida en el centro del anillo, faena que concluyó de una estocada entera. El público le aplaudió, pero con regateo, a mi juicio, y quizá al suyo. Digo esto último, porque en cuanto pisó la arena el cuarto de la fiesta, le tomó la capa, ciñéndose en los lances de manera espantosa. Ello hizo reaccionar rápidamente a los espectado­res, que ya no cesaron de aplaudirle un instante. El espada tomó las banderillas y cambió un gran par; repitió con otro, de frente, magnífico, y cerró con otro en la misma forma, aguantando tanto, que quedó el par ligeramente pasado. No pararon las ovaciones ni los gritos pidiendo música, si bien ésta no tuvo a bien acceder a lo solicitado con tanto empeño. Manolo Bienvenida tenía una deuda grande con Felipe Sassone, y ayer la saldó gentil y espléndidamente, brindándole el bravo y hermoso ejemplar de Sánchez Fabrés, hermanos, que tenía enfrente. Hincó el espada las dos rodillas en tierra, y así inauguró la faena. Una faena completa, redonda, magnífica, sin una duda, sin una vacilación, una faena, en fin, que en Madrid al menos, donde tantas tardes de triunfo tuvo el torero, resultó la mejor de su vida profesional. De ella destacaron tres naturales, dos de pecho, un farol de rodillas, varios molinetes, otros cambiándose la muleta de mano, y toda ella perfectamente trabada. Cada pase era un alarido de entusiasmo de la enardecida multitud. Una estocada en todo lo alto, arrancando en corto y despacio y entrando con rectitud, fue la culminación de aquella afiligranada labor. En el graderío no se oía ni una palmada. Era que todos los espectadores flameaban los pañuelos en demanda de premio para el lidiador. Y no sonaron los aplausos hasta que el diestro, en hombros de varios toreros, de paisano, que se echaron al ruedo, mostraba, sonriente, las dos orejas y el rabo del toro a la muchedumbre. En hombros le dieron la vuelta al ruedo y lo sacaron a los medios, sin que cesase la ovación un instante. Ya en el suelo, y como prosiguiera aquella, Bienvenida hizo salir al centro del anillo a sus otros dos compañeros, sonando entonces con mas calor aun los aplausos”. (ABC, 5 de junio de 1936).

9º.- VICENTE BARRERA:

El valenciano cortó el 24-5-1939 (en la llamada "Corrida de la Victoria") a un toro de Concha y Sierra. Alternó con Marcial Lalanda, Pepe Amorós, Domingo Ortega, Pepe Bienvenida, El Estudiante y el rejoneador Antonio Cañero.

La faena al segundo la relata así el diario ABC en la pluma de Giraldillo: A Vicente Barrera le correspondió un toro chorreado en verdugo, alto de pitones y astifino, perteneciente a la ganadería de Concha y Sierra. Por dos veces lo tomó de capa y veroniqueó valiente, aunque con poco reposo. Hizo el toro una buena pelea con los picadores. En la segunda vara le pegaron mucho. Tomó cuatro puyazos y en la última le dejaron enhebrada la garrocha. En los quites estuvo Vicente muy lucido. El de Concha y Sierra tenía nervio, se volvía codicioso en busca del engaño. Perdió Vicente la muleta y la sacó del mismo hocico del bicho. No se descompuso lo más mínimo y fue dominando a su enemigo, que quedó prendido en los vuelos de su muleta. Eficaz y de dominio fue la faena, en la que hubo algunos pases afarolados, de rodilla y adornos de valiente. Desde lejos, pero recto y mirando al morrillo, arrancó el valenciano y clavó todo el estoque. Descabelló certeramente, y al caer el toro, nevaron los pañue­los en el tendido, reclamando los máximos honores, que fueron concedidos (ABC, 25 de mayo de 1939).

... continúa en capítulo IV y último...

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