Saludos cordiales a los aficionados taurinos

En este blog, comenzaré a insertar, anécdotas, curiosidades, datos,... sobre la Fiesta Nacional. Mi intención no es tratar sobre crónicas, noticias, etc, ya que de estos temas, entiendo, ya existen bastantes. Gracias a todos por leerme, proponer sugerencias o aportar datos. También, aquellos artículos que se presten a ello los iré actualizando o aportando nuevos datos. Si alguna imagen no debe estar en este blog, les ruego me lo comuniquen y la retiraré de inmediato. (EL AUTOR DE ESTA PÁGINA NO PUBLICARÁ LOS COMENTARIOS CON INSULTOS).

domingo, 5 de junio de 2011

* Los rabos en Las Ventas (Cap-IV y último).

10º.- DOMINGO ORTEGA:

El toledano cortó el 24-5-1939 a un toro de Antonio Pérez Tabernero, en la misma corrida anteriormente citada.

En el ABC relataron así la faena: En cuarto lugar salió al ruedo un toro de Don Antonio Pérez Tabernero. Domingo Ortega abrió su capote. Fueron primeramente cinco verónicas suaves, plenas de naturalidad, de ejecución majestuosa. El capote iba tirando suave­mente de la res hacia afuera, ganando terreno el capeador hasta que, en el centro del ruedo, torero y toro se reunieron en media verónica impecable. En el primer quite, Domingo volvió a torear por verónicas, y entre ellas florecieron adornos, que fueron como arabescos intercalados en la línea clásica de los lances de toreo al natural. La gente de a caballo llevaba hasta aquí muy bien la corrida. En la segunda vara, el picador Atienza, agarrando al toro por todo lo alto, se reunió con él, aguantando mucho. El toro, codicioso, recargaba y Atienza, atento al caballo y a la suerte, recargaba en una de las varas mejor puestas que hemos visto. El jinete fue ovacionado. Los de a caballo dieron así una nota sobresaliente en la corrida. Ortega, en la tercera vara, hizo otro quite, jugando los brazos majes­tuosamente. La faena de muleta, comenzada con uno por alto, fue aumentando en valor a cada pase. Tirando de la res suave. mente fue llevándola hasta el centro de la plaza, y allí, solo, dueño absoluto de su enemigo, cuajó en un bellísimo trasteo. Eran unos pases exactos. No despreciaba los adornos, pero la faena tenía un tono seco, clásico. Ortega toreaba a conciencia. Faltó el remate. Faltó la gran estocada. No empujó lo suficiente sobre el toro que estaba en las tablas, y aunque la ejecución de la suerte fue buena, Domingo sólo consiguió clavar una cuarta del estoque. En la querencia del toril hizo la segunda parte de la faena y allí pinchó otra vez en lo duro, sin conseguir la estocada. Descabelló certera­mente y entonces, el público, que había jaleado en tanto la música repetía una y otra vez el nombre del torero en las notas del conocido pasodoble, le ovacionó clamorosamente. Los tendidos blanquearon con el jubiloso ondear de miles y miles de pañuelos, y Domingo cortó orejas y rabo (ABC, 25 de mayo de 1939).

11º.- PEPE BIENVENIDA:

El madrileño cortó el 24-5-1939 a un toro de Sánchez Fabrés(antes Coquilla), en la misma corrida anterior.

La crónica de Giraldillo, en ABC, lo relata de esta manera: De Sánchez Fabrés, antes de Coquilla, era el toro que correspondió a Pepe Bienvenida. En el vestido verde y oro de Pepe, un ancho crespón nos recordaba la prematura muerte de Manolo Bienvenida. Fueron los dos hermanos soldados heroicos en la santa Cruzada nacional. Se batieron en las trincheras. Una enfermedad abatió la joven y fuerte naturale­za de Manolo. Llora la afición su muerte. Hay un vacío y un luto por el joven maestro que se nos fue para siempre. Con Manolo murió un excepcional torero, el mejor representante de la florida escuela de Sevilla, un caballero, un ejemplar ciudadano, un soldado que defendió a su Patria en los campos de batalla. y aquí está, representante de una gran dinastía de artistas, Pepe Bienvenida, con su luto, para continuar el lustre de la casa. Con la capa torea bien, valiente. En banderillas, yo vi la sombra de Manolo. Pepe rindió sobre la arena de Madrid en esta tarde triunfal el mejor homenaje al hermano muerto. Fueron tres pares magníficos. Para banderillear así hay que llamarse Bienvenida. La faena de muleta tuvo personalidad. Pepe hizo la primera parte de la faena en ese gran silencio, casi religioso, que se produce en las plazas cuando se presiente una faena cumbre. y el silencio lo rompió la música, que evocaba bajo el cielo de primavera al torero que se nos fue en la primavera de su vida. Adornado, después de unos naturales y unos pases de pecho, valientes y toreros, colocado el animal en suerte, arrancó Pepe de dentro afuera y consiguió una gran estocada. Se le ovacionó clamorosamente, y el muchacho, junto al luto de su vestido de torero, alzó los honores de la victoria. Las dos orejas y el rabo, taurinos trofeos en esta tarde memorable, se levantaron en las manos de Pepe como laureles para su dinastía de grandes toreros.

12º.- PALOMO LINARES:

El jiennense cortó el 22-5-1972 al toro "Cigarrón" de Atanasio Fernández(quinto de la tarde). Alternó Andrés Vázquez y Curro Rivera.

En el diario Pueblo, Alfonso Navalón contaba así la faena: En el quinto [Palomo Linares], después de brin­dar al público, liga derechazos con las dos rodillas en tierra. De pie, dio naturales y derechazos, recreándose, y algunos de ellos mirando al público. Uno de los naturales lo dio con la espada al hombro. Sufre un desarme, y recoge la muleta entre las pezuñas del animal. Cita tres veces a recibir, y el animal, muy agotado, no se arranca. Entra muy derecho al volapié y deja media estocada, saliendo enganchado y con la tale guilla destrozada del pitonazo. Dos orejas y rabo. (…) Aquí termina mi labor profesional. Ahora, saliendo de mis fun­ciones, voy a intentar hacer la descripción escueta de un espectácu­lo que tuvo como marco el ruedo de una plaza de toros: la de Ma­drid, por más señas. (…) El quinto se llama Cigarrón, y desde que pisa el ruedo demuestra una bondad sin límite. Es un animalito ideal. (...) La muleta cayó entre las pezuñas. El torero se agachó a cogerla y no hizo la menor intención de embestirle. Palomo se entregó con ilusión en una verdadera orgía de pases despaciosos con el público entregado y enfervorecido. Aquello era el delirio. Consciente del triunfo que tenía en la mano quiso matar re­cibiendo para redondear su faena, pero el toro ya no podía embes­tir. Fue entonces cuando en un alarde temperalmental se volcó sobre los pitones, dejando media estocada y saliendo con la taleguilla des­trozada. El señor Pangua, rompiendo la tradición de esta plaza, le otorga un rabo, que pasea por el ruedo entre el fervor popular. Palomo se acopló a la dulce y cómoda embestida de Cigarrón, que siendo un toro ideal para el torero, no se merecía los honores de la vuelta al ruedo por carecer del respeto, el poder y la casta del toro auténticamente completo” (Pueblo, 23 de mayo de 1972).




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