... continuación...
Ahora bien, todo arte requiere de
una excelente técnica para poder realizarlo de manera excepcional.
Posiblemente en el toreo sin una técnica depurada difícilmente el
torero podría expresar lo que su alma y su corazón le dicta. Es por
ello por lo que no existe ninguna figura del toreo que carezca de una
buena técnica. En cualquier actividad artística y muy especialmente en
el toreo si no se domina la técnica, el cuerpo se queda a merced del
toro. Entre otras cosas sería imposible poder cuajar un número
importante de toros porque cada toro es diferente y cada uno te pide
una lidia distinta que, aunque pueda parecer igual, nunca lo sería: se
pueden asemejar pero no existen dos toros iguales. Por lo tanto, nunca
se puede aplicar la misma lidia y técnica en cada faena.
Hay
veces en que como profesional me pregunto si la técnica en el toreo se
aprende, indudablemente diríamos que sí, la técnica se aprende pero
con el arte se nace. Yo hay veces que dudo de si la técnica también de
alguna manera nace dentro del torero, porque hay que pensar tan rápido
delante del toro que a veces, en lo personal, parece que alguien
interiormente me dice qué tengo que hacer sin ni siquiera pensarlo.
Toques que brotan de mis muñecas al instante, en décimas de segundo y
que voy aplicando sin que me dé tiempo a pensarlo. Perder o ganar un
paso según el toro te pida, porque es el toro el que marca la pauta, el
que de alguna manera te dice ponte aquí o allí, someteme por abajo o
ayúdame con suavidad a media altura. nunca he visto que un toro que no
quiere humillar, a base de bajarle la mano termine humillando, por el
contrario terminaría viéndote por arriba que es su condición y no le
pegarías ni un pase. Ahora bien, si a ese toro que no humilla lo
consientes a media altura, que es por donde él quiere embestir, y lo
encelas en la muleta puede que en algún momento le hagas humillar.
Quiero decir con esto que al toro no hay que enfadarle sino todo lo
contrario convencerle de que sin hacerle daño y sin que se dé cuenta
puedes ir llevándolo a tu terreno. He visto muchos toros que hasta les
ha cambiado la expresión de su mirada cuando lo tienes dominado. Tampoco
quiero decir con esto que no haya toros a los que tienes que castigar
con "muleta de látigo", obligando por abajo y pudiéndole, dejándole
patente quien manda allí, pero siempre hay que ir y torear a favor del
toro, nunca en contra. Por lo tanto, para mí torear no es llevar al toro
por donde no quiere ir sino por donde tú quieres que vaya, eso sí,
siempre con su permiso.
Por todo ello, la inspiración
en una faena es fundamental. No se puede traer una faena preconcebida
desde el hotel, no la puedes pensar y luego aplicar. Una de las cosas
que nos diferencia a los toreros de otros artistas es que esa
inspiración que dota a todo artista la debes tener quieras o no
precisamente a la hora de la corrida, a solas en el ruedo, ése es el
momento y no puede ser otro. Si no tienes la técnica apropiada para ir
desbrozando el mármol, difícilmente llegará tu obra a la categoría de
arte.
La colocación en el toreo es también
importantísima. ¿Dónde hay que ponerse? ¿Cuál es el sitio y el terreno
que hay que pisar? últimamente se oyen muchos disparates al respecto.
"es que hay que ponerse en el sitio donde cogen los toros", dicen
algunos. Es una frase que está hoy en día de moda para calificar el
grado de valor de un torero. Pero esta afirmación es tan absurda como
muestra de ignorancia. El valor en el gran torero nada tiene que ver
con la inconsciencia sino que en todo instante se halla bien fundado en
la inteligente percepción de lo que el toro está queriendo hacer. Lo
que hace falta es comprender la embestida del toro en todo momento
conforme va efectuándose y esto implica una compenetración espontánea y
valdría decir que instintiva, entre el hombre y el animal. Los toreros
a veces, a veces, no siempre, sufrimos cogidas no por el sitio que
pisamos, ya que sólo existe un sitio para torear, no hay otro, sino por
el error de no estar donde debemos estar en cada momento para torear
sin que nos arrolle o nos coja. Es el toque a tiempo, preciso, todo
medido, lo que hace que un torero sea grande, siempre por encima del
toro. la inteligencia contra la fuerza bruta. Eso es lo que se llama
"comprensión del toro", el gran don que el torero de gran fondo
encuentra dentro de sí, sin saber cómo, apenas comienza a torear. Es
evidente que sólo ese don hace posible, de un lado, la intuición de los
terrenos, y de otro, el valor del torero. Todo lo demás es un error
por el que en esta profesión se paga muy caro.
Otra de
las preguntas que sobrevuelan en el aire es: ¿se expone más estando
cruzado con el toro o al hilo del pitón (lo que en el argot taurino se
conoce como "fuera de cacho")?, esto para que se entienda a la
perfección hay que dar una clase práctica. Es decir, habría que ponerse
delante aunque fuera de una becerra para poder experimentarlo y a la
vez entenderlo. Yo particularmente pienso que donde más expones es
cuando dejas la muleta puesta para ligar, luego... ahí no estás
cruzado. Sólo de uno en uno puedes estar cruzado con el toro y así es
imposible ligar los muletazos. De hecho, cuando tú le dás un consejo a
alguien que se pone delante de una becerra la palabra mágica para que
ésta embista más fácilmente es "crúzate". ¿Será entonces que así es más
fácil que la becerra pase? partiendo de la base de que en el toreo todo
es exposición, yo creo sinceramente que se le exige más al toro
incluso se expone más estando al hilo, es decir en la rectitud del
pitón por el que vas a citar, pero ojo, con la muleta por delante, que
estar cruzado con él. Por lo tanto cruzarse con un toro no es un
axioma, sino un recurso ante el toro que por sus características lo
demande, o dicho de otra manera, cruzarse con un toro es un medio nunca
un fin.
Habría muchos más matices que explicar sobre
la técnica del toreo. lo que es obvio es que la técnica es
imprescindible para el dominio de la expresión artística del toreo.
Cuando la técnica es depurada, cuando ésta está perfectamente
asimilada, interiorizada por parte del torero, éste responde
automáticamente a los planteamientos del toro y posibilita que el arte
fluya con mayor naturalidad, sin estridencias, como si brotara por los
poros de la piel olvidándote del cuerpo.
El toreo es
sentimiento, del torero y del aficionado. Una emoción, en el caso del
torero, inefable por la dimensión del propio sentimiento. El miedo se
convierte en gozo ante una gran faena porque el toreo es el arte entre
las artes.
Tenemos la gran suerte de tener una fiesta nacional
que es única porque en ella se conjugan todas las otras expresiones
artísticas y es nuestra, muy nuestra. Una fiesta que no necesita defensa
alguna puesto que el arte jamás lo ha necesitado. Es tan grande la
fiesta de los toros que se defiende sola. Sólo hay que amarla y
emocionarse con ella.
Toda mi vida he querido ser
torero, siempre fuí torero, nací torero. Ser torero es una forma de
vivir, de sentir, de ser, de respeto a los toreros y a quien todo te ha
dado y todo te puede quitar que es el toro. El toreo es grandioso,
mágico, tanto que es el único espectáculo artístico en el que no hay
nada preparado, lo que ocurre en ese momento es todo de verdad, se
desarrolla con una gran incertidumbre y en soledad en donde se funden
arte y tragedia, toro y torero permaneciendo para siempre como acto
único e irrepetible en la memoria de nuestras retinas y en la emoción
de nuestros corazones.
Muchísimas gracias por la atención prestada".