Cada toro tiene su lidia:
En la plaza a cada toro hay que hacerle las cosas según su condición y ahí radica la mestría del torero. No hay dos toros iguales.
Máxima ventaja para el toro, máxima seguridad para el torero:
El torero no debe de asumir riesgos innecesarios en la lidia y a la misma vez debe de darle ventajas al toro para lucirlo y lucirse. Hay que tener en cuenta el equilibrio entre la máxima ventaja y máxima seguridad("hasta el rabo todo es toro").
Parar, templar y mandar:
La sagrada regla del torero bueno, radica en esta norma. En esta regla está encerrada toda la sabiduría del torero. Parar, es pensar y analizar. Templar, es acondicionar la situación al propio ritmo. Mandar, es dirigir la decisión correcta, teniendo la situación donde la quieras tener.
Citar en la rectitud del toro:
Cuando el torero comienza la suerte debe de hacerlo en la rectitud del toro, nunca fuera del recorrido natural del toro. En la lidia el valor y la inteligencia bien simbiotizados son claves del éxito. Siempre de frente y no de soslayo.
Hacer el embroque antes de que el toro llegue a la altura del cuerpo:
Aquí hay una cuestión que no es de valor, sino que es un tema de estética y de ética a la misma vez. Digamos que se trata de elegencia y de vergüenza torera. Plantear la cara al enemigo, plantear el problema y solucionarlo, sin que se note que te afecta, serás elegantemente estético y éticamente elegante.
Torear de arriba abajo y de fuera hacia dentro:
Si se quiere torear de verdad para someter al toro y transmitir la emoción que crea el momento mágico del arte hay que cumplir esta regla. Ésto es, no engañarse ni engañar, sino actuar de verdad ante las situaciones, llevándolas a donde las tengas mas cerca, donde las puedas sentir mejor, hacia uno mismo, no sacándolas fuera. Hay que rematar en la cadera, no despedir el toro hacia fuera. Hay que ceñirse a las situaciones, no buscar sacarse la situación de encima eludiendo el compromiso.
Cargar la suerte haciendo que el toro en su recorrido dibuje el signo de la interrogación:
Esto es recrearse en la realización de la suerte disfrutando de ella y comunicando seguridad y poder. En esta norma también hay una cuestión de ética y de estética. Se trata de recrearse en la solución de los distintos problemas que se plantean echando la "pata pa alante" y mandando en la situación, haciendo que se note el dominio, porque hay que jugársela elegantemente y no eludir responsabilidades, sino asumirlas.
Ligar los pases ganándole terreno al toro:
Esto es el "sumum" de una buena faena, que es la que da armonía en la lidia. Es aprovechar el saber y el conocimiento adquiridos, hilando unas soluciones con otras, para influir en las circunstancias favorablemente, claro está que ganándole terreno.
Lidiar para matar:
En la plaza, toda lidia debe ir orientada a la realización de la suerte de espadas que se debe de efectuar con el toro entregado, ni crudo ni totalmente agotado, para que su ejecución pueda ser impecable, marcando los tiempos. En todo lo que se haga debe producirse de forma que los pasos intermedios estén encaminados a finalizar con bien la propuesta. Tan malo es dar por finalizada una situación antes de tiempo, dejándola cruda, como, de tanto darle vueltas, tenerla "pasada de faena". Cuando empezamos un proyecto, se debe tener claro el final que se pretende y acabar "la faena" con un momento de la verdad.
La suerte suprema es la de espadas:
La hora de la verdad. A la hora de matar hay que "hacer la cruz en la cruz hasta la cruz". Hay que cruzar los brazos, el derecho del estoque por encima del izquierdo de la muelta, clavar la espada en la cruz, en lo mas alto del toro, y hundirla hasta la cruz de la empuñadura. Hay que entrar a matar o a morir, y "estocada por cornada, ni el toro ni tú os debéis nada".
Héroe posmoderno / por Jorge Arturo Díaz Reyes
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Simón Casas. Foto: Gabriel Bouys, Causeur AFP
*'..Un múltiple, un ecléctico, un actor, un personaje autointerpretado…, un
“self made” del hambre a la cima...
Hace 1 hora
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